Muy Antiguo y Milagroso Señor de las Tres Caídas.

Llegó el segundo Domingo de Cuaresma, y llegó para que el Señor de las Tres Caídas, mi Cristo, regrese a la Iglesia de Santo Domingo, junto a Su Bendita Madre, de la que se despidió el pasado 30 de Abril.

El no tener a los Titulares de una Hermandad en la misma sede, es una circunstancia cuando menos, especial. Pero la historia de mi Hermandad y los avatares del destino, quisieron que el Señor no resida en el Realejo durante todo el año. 

Por esta circunstancia, la que escribe, y todos cuantos que veneramos al Muy Antiguo y Milagroso Señor de las Tres Caídas, esperamos de manera especial este segundo Domingo de Cuaresma, pues sabemos que será un Domingo de regreso al que siempre fue Su Barrio, al Realejo.

Esta Cuaresma, además será de reencuentro con el Señor, pues las obras que se están acometiendo en Santa Isabel la Real, provocaron que las Madre Clarisas ubicaran al Señor, su Cristo, en el coro alto, dentro de la clausura.

Hoy, sin necesidad de pararme a pensar, acuden a mi memoria recuerdos de mi niñez, cuando iba de mano de mis tíos a acompañar al Señor hasta Santo Domingo, pensando que solo restaba un mes para verlo sobre el paso dorado. 

Hoy te acompañaré de nuevo, integrándome en el cortejo que, en esta jornada, cambia el capillo morado por el traje negro, pero con la misma compostura de siempre, y el mismo sentimiento de siempre.

Volverá a ser un Vía Crucis itinerante entre Santa Isabel y Santo Domingo, solemne porque así es tu Hermandad, y de recogida oración porque a ello invitarán las saetas de tu Capilla Musical.

Un año más acompañando al Señor, pero cada Cuaresma con más motivos que agradecerte.