Al atril debía subir Ernesto Gómez Moleón, y así lo hizo, con el ánimo servicial y amable que le caracteriza.
Mucho tiempo antes, en una noche compartida en la plaza de San Miguel, me pidió que lo presentara ante esta cita especial. Y así fue...
Aquel día se cerró el círculo, cumplí aquella "cita pendiente" que tenía con María Santísima de la Aurora Coronada, ¡¡gracias Ernesto!!
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